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De la depresión y sus interpretaciones.

  • Psic. Olveda González Hugo Mauricio.
  • 19 oct 2015
  • 4 Min. de lectura

“No estas deprimido, estas distraído” escuché en uno de los pensamientos del ya fallecido Facundo Cabral, después vi una publicación con esta misma frase acompañada de una reflexión de un comunicador de apellido Osorio, ¿Cuántos demagogos de la “salud mental” existen de manera lírica y sin fundamentos psicológicos? El mercado de los medios impresos, radiofónicos, televisivos y redes sociales han arrojado en gran cantidad, muchas y muchos con un gran número de seguidores sedientos de soluciones exprés, de soluciones a través de frases llenas de optimismo, de buenos deseos, pero muy alejados de la verdaderos fundamentos humanistas, es así que existe una saturación y sobre todo una explotación de una pseudopsicología. Ojala y la depresión fuera tan fácil de entender y de tratar según la visión de Facundo Cabral.

Desde las primeras aportaciones freudianas a principios del siglo XX, el tratado de las conductas y pensamientos relacionados con el estado de ánimo han sido fundamentales para disciplinas como la medicina, la psiquiatría, el psicoanálisis y la psicología. En aquellos tiempos freudianos la depresión no era “una distracción”, el término como tal está más asociado a la psicopatología (estudio de las enfermedades mentales), en realidad Freud hacía distinción entre el duelo y la melancolía. La primera la perdida a nivel consciente de lo que él llamaba el objeto de deseo, el objeto de amor, y que hoy a través de la tanatología entendemos existe un serie de etapas como parte de un proceso para llegar a la aceptación de esa pérdida representativa y real. La muerte de un ser querido, la pérdida de un trabajo, el rompimiento de una relación de pareja, el mudarse a otro lugar, etc. La tristeza, la ira, y la negación, esa tríada tan característica en los procesos de duelo, sin olvidar la despersonalización, los bloqueos mentales y emocionales como mecanismos de defensa, una forma de mantener un equilibrio.


Sin embargo la parte más compleja es la melancolía, cuando la pérdida no es ni siquiera real pero si imaginaria y sobre todo simbólica. Personas pesimistas, alejadas del principio del placer, enojadas, misóginas, violentas. En mi labor como psicoterapeuta y trabajando a nivel individual y grupal con hombres que generan violencia en sus entornos familiares y en la sociedad he percibido como esa personalidad está ligada a la melancolía. La restricción emocional y sentimental, donde el enojo se convierte en la forma más común de expresar para gran parte del género masculino, como si tuviera que ser parte de la masculinidad, y en realidad existe tristeza, abatimiento, melancolía, una pérdida significativa no asumida.

En el 2014 (información publicada en la Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud), según el estudio ‘Costo Social de los Trastornos Mentales’ de Pro Voz Salud Mental, -un grupo de asociaciones no gubernamentales- realizado a 4,048 trabajadores del sector salud durante dos años, arroja que las mujeres viven casi el doble de depresión (14.4%), en comparación con los hombres (8.9%). También, las personas que han sufrido depresión mayor alguna vez en su vida, la presentan por periodos mayores a dos semanas, en una edad aproximada de 24 años, con síntomas como estado de ánimo triste o irritable, sin interés alguno, aumento o disminución de apetito, insomnio o hipersomnio (cuando se duerme de más), sensación de debilidad física, sentirse inútil o culpable y pensamientos de suicidio, entre otros.

La Organización Mundial de la Salud OMS, establece diariamente se registran 3 mil intentos de suicidios, y aunque en México aún no hay estadísticas claras, la Secretaría de Salud estima que cada año hay hasta 14 mil intentos, sin considerar a los consumados. La parte más peligrosa de la depresión se da cuando existe esa visión de túnel, cuando no se ve salida ni luz, cuando está ligada a la desesperanza. Entendiendo que el suicidio -como ya hice mención en ediciones anteriores- es multifactorial y debe existir un abordaje no solo psicológico sino multidisciplinario, la depresión es una de las causas más frecuentes para pensar, intentar o consumar un suicidio y pocas personas logran identificar las etapas dentro del trastorno. Uno de cada 10 intentos es concluido, lo que coloca a México en el noveno país de muertes autoinfligidas, de una lista de 53 aproximadamente.


En el primer semestre del año pasado a través de instituciones gubernamentales como DIF, IMAJ y UAVI Ocotlán con el gran apoyo del CUCiénega y la Licenciatura en Psicología, tuvimos a bien realizar Jornadas de Salud Mental en algunas comunidades de Ocotlán y centros educativos donde abordamos desde diferentes enfoques en pro de la Salud Mental Comunitaria. Los datos arrojados fueron muy significativos en materia de enfermedades emocionales, entre ellas la ansiedad, la depresión, con altos grados de desesperanza y ligado con violencia intrafamiliar y de género. Le depresión ya como un término más enfocado a una enfermedad emocional se ha convertido en el detonante de otros conflictos a nivel psicológico y social, donde se ven afectadas áreas como la sexualidad y la propia salud física, además de deterioros cognitivos. Conflictos familiares, de pareja, en las relaciones interpersonales, en las relaciones sexuales, en las relaciones laborales, académicas, etc.


Después de este breve repaso sobre la Depresión, ¿en verdad será solo una distracción? ríos de tinta se han escrito y seguirán escribiéndose con una visión científica y otras no tanto, algunas más abonando al descubrimiento de nuevos trastornos ligados al estado de ánimo y la depresión por generaciones nos explica la Asociación Americana de Psiquiatría para luego aparecer impresos en los libros de enfermedades mentales, y aunque cuestiono en demasía el abordaje psicopatológico de las emociones y las conductas, si considero tienen un mayor fundamento para debatir esas creencias planteadas por pseudoprofesionales de la salud mental, curanderos de ocasión con sus “frases matonas”. Cuando vemos abatimiento, desesperanza, tristeza, y autoagresiones es muy pero muy arriesgado creer que solo es una “distracción”. Es cuánto.


Psic. Hugo Mauricio Olveda González.


 
 
 

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